Analizando las fuentes primarias, se pueden obtener conclusiones respecto a la situación laboral de los maestros y a la precariedad de medios a los que se hallaban sometidos. El sueldo hasta 1904 era de 250 pesetas anuales y en esa fecha experimenta una subida hasta llegar a 500 pesetas. Los locales escuela eran escasos y mal equipados y las casas escuela inexistentes.
Los comentarios que se recogen en las actas de la Junta local de enseñanza son muy dispares, por lo general la opinión expresada sobre el maestro ahonda en al necesidad de que este mejore sus métodos pedagógicos, adaptándolos a sistemas más prácticos que el niño pueda aplicar en su vida diaria.
Es común encontrar frases como “se amonesta al señor maestro” o hacerse eco de las queja de los padres sobre los escasos adelantos que hacen sus hijos.
La maestra María Balbín, utilizando la tribuna que le brinda el periódico el “Eco de Cabranes” expone su pensamiento sobre la figura del maestro: “El maestro ha de reunir las mismas condiciones que requiere la educación para ser completa: físicas, morales e intelectuales. Seis horas de penoso trabajo, las generalmente malas condiciones higiénicas del local escuela y la necesidad de aprovechar las horas libres en trabajos extraordinarios para proporcionarse medios de subsistencia por la exigua dotación de la mayor parte de las escuelas, requieren una salud a toda prueba".
Alude así mismo a la inclinación decidida hacia la enseñanza considerándola más que un trabajo una vocación. Otras cualidades indispensables atribuibles al maestro son la paciencia y el dominio de si mismo para ser un juez imparcial de conducta intachable.