La situación escolar de Cabranes a principios del S. XX no difiere de la escuela del S. XIX.
Se “pone escuela” en los atrios de las Iglesias, debajo de los hórreos, en las tapias de los cementerios y en el mejor de los casos, en la capital del municipio, en la sacristía de la iglesia. Los locales acondicionados como escuela están desprovistos de mobiliario y útiles pedagógicos, reduciéndose el ajuar en algunos casos solo a la mesa del maestro.
En Asturias en el año 1880 el número de escuelas era de 912. A partir de ese momento, se observa una tendencia constante, aunque con altibajos, al alza. En 1908, fecha en la que se inaugura la escuela de Viñón, ya estaban en funcionamiento 1.212 centros. Se abandonan entonces los pórticos de las Iglesias y las improvisadas tapias, utilizadas para tal fin durante largos años.
La escuela de Viñón, según refiere el Eco de Cabranes, fue un templo a la ciencia y su construcción supuso un hito como labor conjunta vecinal con los que colaboró el ayuntamiento a través de un préstamo estatal conseguido a tal efecto.
A partir de la construcción de la escuela, Viñón quedó convertido en el baluarte de la educación en el concejo de cabranes: “El edificio de la escuela y el terreno que lo rodea indican por termino medio cual es el grado de cultura de la localidad” (Baldwin).
El médico del municipio Julio Fontan, utiliza el “Eco de Cabranes” (13) como tribuna para detallar como deben ser los edificios escuela, siguiendo los criterios higienistas de la época, siguiendo las directrices de Instrucción técnico-higiénica relativa a la construcción de escuelas 28 de abril de 1905 donde se recibía un marco teórico concreto y detallado. Señala que: